HISTORIA DE ENTREPINOS
Esta, nuestra urbanización, comenzó a poblarse hacia 1964-65 con familias de media de 3, 4 o más hijos. Se iba parcelando el pinar y los viñedos como si de un racimo de uvas se tratara.
Sus primeros habitantes venían a su terrenito sin vivienda, pero llenos de ilusiòn, alegría y sensaciòn de libertad para que los niños jugaran y disfrutaran de la naturaleza y de sus animales, en verano tan solo tenían una poza por piscina.
Poco después, hacia 1970, se construyeron los apartamentos con sus locales y la pisicina.
Había una persona encargada de enseñar las parcelas y los apartamentos, gestionando en mínimos la urbanización. Ya las familias habían contratado los chalets en plano, los obreros y empezado a construir sus viviendas. Mientras las casas iban tomando forma, no se perdía ni un segundo sin disfrutar de lo mucho y lo poco que había. No había calles; eran caminos con sus barros y sus baches, apenas farolas, de columpios teníamos una rueda y el buzón amarillo de correos que utilizábamos aparte de para echar las cartas a los amigos, para saltarlo a modo de plinto, no era fácil. No había teléfono, las pocas televisiones existentes, se apagaban con el primer rayo de la tormenta y en verano el agua tan solo corría por las tuberías dos horas por la mañana y dos horas por la tarde, pero ninguno de estos inconvenientes restaban un ápice a nuestra ilusión por venir los fines de semana y las vacaciones, para gozar de las aventuras, los amigos, el sueño reparador, los grandes momentos que vivíamos cuando descubríamos la fauna y la flora y la sensación de libertad para correr y jugar sin el peligro de los vehículos. Hacíamos amigos y cualquier palo o rama nos servía para dejar volar la imaginación. Mientras tanto, los padres trabajaban duro en la casa, en el jardin, en las rutinas diarias y en un no perder de vista nada más que lo justo a la descendencia.
Eran tiempos en que los coches venían, aunque fuera para dos días, llenos en muchos viajes hasta la baca de bolsas con contenidos varios. No había donde hacer la compra, tan sólo en un camión que aparecía por la plaza (Alejandro y Ana Mari, de Rozas) todos los días solo en verano, con un poco de todo, y en Rozas, donde se compraba la carne y la leche para toda la semana.
La piscina de medidas casi olímpicas con dos trampolines, era un lugar donde se disfrutaba en verano de los encuentros con los amigos y se recogían las cartas tan esperadas. Había en ella competiciones, clases de natación, y en su entorno incluso fiestas, donde se cenaba, se bailaba y se elegían las mises y los “mister” de Entrepinos. Las fiestas eran de comunidad, donde los mayores, los jóvenes y los pequeños nos poníamos las mejores galas. Era excitante preparar las fiestas del 15 de agosto. La fiesta de 1980 fue de disfraces y resultó espectacular, por el ingenio, la implicación y la preparación de los participantes. Quienes la vivimos no la olvidaremos jamás.
Sufrimos varios incendios importantes que avisamos y apagamos los que estuvimos aquí, con ramas y trapos hasta que llegaron los bomberos. Todos perdimos el sueño.
La urbanización crecía: Se fue poblando de ardillas que hacían la delicia de mayores y pequeños viéndolas correr por los troncos de los pinos jugando, se abrió un bar donde nos refugiábamos, en un ambiente de humo, del frio de la calle. Se iban asfaltando los caminos, iluminando las calles, canalizando y añadiendo depuradoras, mejorando la presión del agua para no tener que cortarla en verano. Se pusieron columpios de hierro y un tobogán, se hizo la pista de tenis, en la que se vivieron tantas horas de competición, con entrega de medallas a mayores y jóvenes. Se fueron llenando las calles de motos, conducidas por los jóvenes, se formaron las pandillas, las primeras parejas y con ellas los primeros amores y desamores. Se hacían muchas excursiones, más en moto que andando, se participaba en competiciones de motocross con los pueblos colindantes, campeonatos de futbol masculino y femenino contra Rozas y Cadalso. La urbanización estaba viva y cada día se metía un poco más en nuestro ADN, los padres porque ya disfrutaban de tanto trabajo realizado y nosotros porque íbamos saliendo al mundo con muchas experiencias y amistades.
La urbanización, después de sus 56 años de existencia, está casi completa con sus 23 Km de calles, casi 900 viviendas, muchas con su propia piscina, su barbacoa, su mini huerto, muchas con unas vallas tan altas que cortan la visibilidad. Todas las calles están asfaltadas, aunque algunas tengan baches, producidos por las raíces de los árboles, tenemos 750 farolas, ahora muchas con led, focos en las dos entradas. Ya no se corta el agua ni en verano ni en invierno, salvo avería, pero las tuberías tienen en muchos tramos más de medio siglo, la piscina es ahora algo más pequeña, pero resulta igual de familiar. Hay una pista de padel y una pista de tenis que hay que arreglar para que vuelva a dar tantos grandes ratos como dio en sus comienzos, campo de fútbol, de futbito, campo de boley playa, campo de petanca, cuatro mesas de ping pong, parque infantil con castillo, muelles, columpios de caucho, pista de patinaje y arenero para bebes.
Tenemos actualmente doce trabajadores que se ocupan y se preocupan de que las cosas funcionen lo mejor posible con los medios de que disponen: maquinaria, vehículos, varios contenedores de reciclaje y tres depuradoras que hay que tomarse muy en serio por su ya escasa capacidad y las exigencias legales de protección del entorno natural en el que estamos. Hay un mercadillo que nos visita todos los sábados del año, una tienda en la plaza y, a nuestro alcance, muchas grandes cadenas de alimentación en los pueblos colindantes. En estos tiempos tenemos acceso a internet, lo que nos permite trabajar desde casa, sin tener que desplazarnos a Madrid.
Entrepinos crece, se desarrolla, evoluciona, se complica, necesita más cuidados, nos afectan más leyes, más problemas de convivencia, pero creo que sigue manteniendo esa magia de naturaleza, amistad y deporte. Llegar a Entrepinos es entrar en un pulmón de aire puro. Me encanta cuando llueve, cuando nieva, cuando el viento silba y mueve las ramas de los àrboles, cuando se llena el campo de flores, cuando huele a tierra mojada, cuando en la noche el cielo está con su precioso manto de estrellas, cuando el calor te aplasta y te invita al sueño, cuando te despiertan los pájaros con sus trinos….Mis padres fueron muy felices, yo lo he sido, lo soy y espero que mis descendientes, amigos y vecinos lo sean tanto como yo.
Desde Entrepinos, muchas gracias Ana por dedicarnos estas maravillosas palabras.